En esta edición,
RARISIMO 2012 celebramos el centenario del nacimiento del artista
John
Cage (5 septiembre 1912 – 12 agosto 1992). Compositor, instrumentista,
filósofo, teórico musical, poeta y pintor, la obra de Cage fue
definitoria para el arte de siglo XX, y aún hoy, su legado de belleza y
sentido, insiste en muchas creaciones. ¿Cageisianos? Puede ser. O más
aún, sin duda. Si de amor se trata, si de sinceridad se trata, ¡qué
mejor ejemplo! Humildad, gracia, compromiso, también ¿Un innovador? ¿Un
transgresor? Un misterio mejor, pero un misterio sin misticismo, sin
grandeza, sin pretensiones. Si el arte es una cosa a mitad de camino de
los sueños y la razón, su obra es ese rayo que reúne, como pocos, esos
dos mundos. ¿Los artistas de hoy corremos con ventajas? Probablemente sí
y probablemente por mucho. Cage nos recordó que la imaginación, en su
fase más osada, no deja de estar tranquila, segura de sí, confiada en lo
que ofrece y recibe. Esa serenidad es un don. Para ir a tierras
lejanas, mejor contar con ella. Por eso en su música, humor y valentía
(y por eso su “valor”). Y en sus ideas sobre el arte, las mismas que
para la vida: todo es cambiante y permanente como los cielos.
Quien hizo coexistir de una vez, en su obra musical, lo mejor del
ruido y del sonido, dice mucho sobre su modo de escuchar, y sobre todo,
de la Música. ¿Democracia? ¡Más bien alegría, más bien libertad!
Es esa impronta de hacer de la paradoja la norma lo que celebramos,
ese anhelo de ubicar al arte en ningún lugar y en todos los lugares,
también. Terminemos con sus palabras, que son las nuestras:
“No tengo nada que decir,
y lo estoy diciendo,
y esto es poesía.”
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